Es extraordinaria la labor que hacen los peluqueros al
cortarnos el pelo, además de esto sirven como noticiero, psicólogo, historiador
y creador de terror, si eso lo he podido comprobar personalmente, en cierta
forma asistir a una peluquería, me refiero a nuestras costumbres varoniles, es
todo un ritual, si no obsérvelo usted mismo cuando le toque corte de pelo.
En primer lugar uno se sienta en alguna de las sillas de
espera, ya que los peluqueros son altamente solicitados y por lo general hay al
menos cinco personas en espera de los servicios del figaro antes de nosotros,
el tiempo varia entre los 20 minutos a la hora antes de ser atendidos el cual
lo pasamos leyendo el periódico, revistas atrasadas o conversando de política con
alguno de los asistentes.
-¿Qué le parece a usted el plan de reducción de la deuda? –
le pregunta algún asistente.
- bueno – contesta uno – me da igual ya que de todas maneras
sigo igual de pobre.
Después de esto el interlocutor procede a darnos un análisis
sobre la mejor forma de gobernar, los políticos que debían ir a la cárcel y los
que deberían soltar, el dinero que deberían de gastar, todo lo anterior
sazonado por uno que otro comentario del peluquero que trabaja.
Cuando al fin nos atiende el peluquero comienza su trabajo preguntándonos:
-¿Cómo esta la familia Don Pedrito?
A lo que contestamos que esta muy bien sin corregirle que no
nos llamamos “Don Pedrito” ya que de todas formas seguirá llamándonos igual,
mientras nos atiende nos empieza a platicar sobre la vida de su familia, los
hijos que tiene y cual seria la mejor forma de criar a nuestros hijos, el hecho
de que a el lo criaron “a la antigua” usando un cinturón de 4 pulgadas de
grosor para castigarle cuando se portaba mal, cosa que de todas maneras no
servia como disuasorio ya que después de 5 minutos de haber sido “castigado” ya
estaba realizando mas pillerías merecedoras no de un par de “cinturonazos” sino
de una verdadera corte marcial.
Mientras cuenta esto podemos darnos cuenta de que en
ocasiones vemos volar las tijeras ante nuestros ojos cortándonos un par de
pestañas y sin que el peluquero mira siquiera lo que hace ya que en ese momento
se encuentra dando su opinión a un tipo que habla de política a otro en la sala
de espera y que esta explicando exactamente lo mismo que un cliente anterior
nos dijo mientras esperábamos, eso me ha llevado a pensar ¿existe una revista o
manual que indique las platicas a seguirse en la peluquería? Ya que parecen ser
exactamente las mismas con puntos y comas.
Después de rebajarnos el pelo, el figaro en cuestión nos
coloca alrededor de la nuca y tras las orejas un jabon helado, si el tiempo es
caluroso es refrescante pero si estamos en pleno invierno se siente exactamente
lo mismo que si nos hundieran la cabeza en agua con hielo, es entonces cuando
la navaja fría empieza a raspar suavemente rasurándonos, y es cuando a alguno
de los clientes que esperan se le ocurre hablar de futbol, en mi caso, por
alguna extraña coincidencia siempre me toca ir al peluquero exactamente el dia
que jugo el America, que es su equipo favorito y para colmo perdió, huelga
decir el terror que uno llega a sentir al responder el peluquero al cliente que
le recordó dicha derrota mientras por el cuello de uno se siente el filo de la
navaja de hoja libre acariciarnos, he temido en ocasiones que se le pase el
corte o, peor aun, que en un ataque de furia decida vengarse de la derrota de
su equipo degollándome sin piedad, hubo una ocasión en que me sentí libre de
peligro al ir, fue cuando la temporada de futbol acabo y mientras sentía que
nada podría perturbar la mano firme del peluquero un marchante le comento:
-¿es posible?, los bravos de atlanta apalearon a los yanquis
-no me diga usted- contesto el figaro en ese instante – y pensar
que los yanquis fueron siempre mi equipo
Es entonces cuando de nuevo se siente la afilada navaja
correr por el cuello mientras que el figaro habla sin mirar siquiera lo que
hace.
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