Ser padre es una
gran responsabilidad, se debe de tener la convicción de que al nacer un hijo,
este pequeño ser que acaba de llagar al mundo es indefenso, es una vida que requiere
de ser atendido, protegido y sobre todo, educado.
Podemos empezar
por esa palabra, EDUCACION, ¿Qué significan en si esas 9 letras, meditémoslo y
podemos llegar a coincidir en que su más profunda acepción es la de darle
simplemente herramientas a nuestros hijos para desenvolverse dentro de una
sociedad, como podemos observarlo día con día en nuestra casa, escuela y en los
medios de comunicación hay ejemplos sobre lo bueno y lo malo de la inculcación
de los principios que pretendemos derramar en nuestros hijos.
Ahora bien,
llega un momento en que los padres debemos preguntarnos, ¿Qué clase de
ciudadanos estamos educando?, ¿tal vez alguien dependiente de nosotros?, ¿una
persona decidida e independiente?
Es en la medida
que estudiamos esta respuesta, de acuerdo a nuestros ideales, que queramos o
no, siempre tratamos de enseñar a nuestros hijos, por ejemplo, el equipo de
futbol al que somos aficionados, los libros que leemos o los que no leemos, la
religión que profesamos, y todo el entorno que rodea a nuestros pequeños.
A partir de que
nuestro hijo toma conciencia y se ve influido por todo ello es que la labor de
los padres se vuelve delicada, en primer término tenemos un mundo familiar
seguro, al menos desde el punto de vista del pequeño, y fuera de nuestra casa
comienza un mundo lleno de peligros, tentaciones y muchos desafíos con el que
nuestros hijos se enfrentan cada día cuando salen del hogar.
He aquí que algunos
padres han caído en la cómoda actitud de ser permisivos, con el afán de inculcarles
a los hijos el pensamiento independiente, piensan que dejándolos al “garete”,
como comúnmente se dice, les están enseñando a sus hijos a que tomen sus
propias decisiones.
Si nos ponemos a
analizar esto, veremos que no es la correcta, un muchacho sale a la calle y por
la presión de los amigos se ve inmerso a conductas que muchas veces caen en la
drogadicción o en tener relaciones sexuales a muy temprana, e incluso en delinquir
como una manera fácil de obtener ganancias e integrarse a el circulo vicioso
que en muchas ocasiones acecha a nuestros hijos.
¡¡¡La culpable
es la sociedad!!!, ¡¡¡el gobierno tiene la culpa!!!
Son las dos
principales frases que nos llegan a la mente en cuanto nos encontramos que
nuestros hijos han caído en conductas impropias, es tan fácil culpar a los
demás, además de afirmar ante aquellos que están cerca de nosotros:
¡¡Mi hijo en mi
casa jamás vio un mal ejemplo!!
Y estoy seguro
que en la mayor parte de los casos es verdad, nosotros, trabajadores honrados,
gente que trata de luchar día con día, de traer la comida y la comodidad a
nuestras familias jamás hemos realizado ningún delito o falta que nuestros
hijos hayan podido tomar como mala enseñanza, ni siquiera les ayudábamos en sus
tareas porque era obligación suya hacerla.
No nos hemos
molestado en escucharlos cuando los veíamos preocupados, ya que el
debe resolver sus problemas. Y ¡es verdad!, nosotros no podemos vivir
la vida de nuestros hijos, no podemos evitar los peligros externos, la policía
tiene la culpa por no detener a los maleantes.
Señores, esta es
una actitud COMODA, una actitud bastante deshonesta, pasarle la obligación de
ser padre a cualquiera a nuestro alrededor, la escuela, el gobierno, la
iglesia, etc. Menos a nosotros, pensamos que llevando el diario sustento y
siendo permisivos para que nuestros hijos nos permitan ver la televisión un
rato es lo adecuado.
Como padres
debemos asumir de una vez por todas que, nuestra obligación es educar a
nuestros hijos, y eso significa que debemos enseñarles a decidir, a tenernos la confianza suficiente como para
que nos platiquen sus problemas,
PERO, ¿como
logramos ese prodigio?, la vida actualmente se ha vuelto distinta a cuando éramos
muchachos, no puede ser falta de comunicación ya que les hemos comprado a
nuestros hijos celulares, computadora con internet, además hay teléfonos
públicos, etc. Etc.
Además de que
por si eso fuera poco queda el muy arcaico sistema de hablar cuando nos
encontremos en la casa, como padre ¿no se que mas pueda necesitar para que mi
hijo se comunique conmigo?
¡Oh! Es verdad,
cuanta sabiduría perdida a causa de que nuestros hijos, nuestros sobrinos, no
nos comunican ninguna de sus inquietudes.
¿Cómo se cruza
un abismo?
Construyendo
puentes, así es, entre nuestros hijos y nosotros debe haber puentes, y estos
solo se pueden crear con CONFIANZA, algunos que crecimos en épocas anteriores
al internet, podemos recordar que cuando hacíamos algo mal, lejos de decirnos
el por qué era malo, de inmediato nos caía un castigo, de diversa índole, estos
castigos lejos de corregirnos, nos daban la enseñanza de que era mejor quedarse
callado a confesar que habíamos hecho algo que ignorábamos era malo.
¿Qué de malo tenía
que nuestro padre se nos acercara y simplemente nos enseñara el por qué estaba
mal nuestra conducta?
Lo poco que
puedo deducir de esos tiempos es que debían tener temor a que percibiéramos que
no sabían la respuesta y de allí que su imagen paternal pudiera verse mermada ante
nuestros ojos.
Ah como cambian
los tiempos, y como prevalecen los errores, es hora de que como padres,
mentores o personas que tienen la obligación de educar a un muchacho o niño,
comprendamos que lo principal es crear confianza y esa solo se hace escuchando,
sentémonos a hablar de cosas sin importancia, de la tele, de las noticias de
cualquier cosa con nuestros hijos y preguntémosles si les agrado, que si
piensan esto o aquello, animémoslos a contestar y después, no nos burlemos de
sus respuestas, analicemos, digámosle de manera sencilla que, si bien, su
respuesta es interesante tal vez deberíamos obtener más información antes de
pronunciarnos a favor o en contra de algo.
No tengamos
miedo a que nuestros hijos vean que no tenemos una respuesta, pero mostrémosles
que estamos dispuestos a averiguar con ellos estas respuestas, démosles la
confianza de decirnos que su amigo Pedrito, es lector de historietas y preguntémosle
si ha leído estas, cuando crezca nuestro hijo nos tendrá la confianza
suficiente como para decirnos, “Papa, Mama, Pedrito hoy fumo”, y lejos de
prohibirle amistades, la prohibición hace apetitoso lo negado, preguntémosle si
lo hizo, preguntémosle si le gusto y después digámosle porque es malo hacerlo,
las consecuencias para el por ese simple acto que realizo.
Si señores,
brevemente les digo, no nos sentemos en la comodidad de decir que “no me meto
en las cosas de mi hijo por que el debe aprender a decidir”, recordemos que los
padres estamos para educar y que decidir no es echar una moneda al aire y dejar
que la suerte nos diga que hacer, no, decidir es un estado de meditación consiente,
lejos de coacciones y castigos, basado en la confianza y la información y eso
es lo que los padres deben inculcar a los hijos, la forma de decidir, los padres
deben ser los formadores de opinión por excelencia, los maestros, no para echar
en cara los errores cometidos, sino para mostrarle los caminos a los hijos y
las razones que deben tomar en cuenta para elegir.
Gracias
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