viernes, 19 de febrero de 2010

La inspiracion

Lo siguiente más que un relato se trata de una anécdota que de vez en cuando recuerdo con gran diversión, he cambiado los nombres de los protagonistas de la misma por las razones que al final de la historia leerán.

Eran mis tiempos de preparatoria (Bachillerato), vivía en mi ciudad natal, Poza Rica en el estado mexicano de Veracruz, una ciudad que por mucho tiempo había sido considerada “el dorado” por la gran cantidad de petróleo que se extraía, la ciudad es mediana pero cuenta con todos los servicios y alrededor de una población de 600,000 habitantes, una refinería terminaba de darle su aspecto industrial a la ciudad, las noches eran rojas a causa de los quemadores de gas que reflejaban en el cielo su luz, casi todo lo que la ciudad hacia estaba relacionado con el petróleo, desde los mismos orígenes de la misma, es por eso que en un ambiente poco romántico como tuberías y pozos petroleros era algo casi impensable que un chico hiciera poemas como los hacía yo en ese tiempo.

Muchos de mis compañeros acostumbraban a pedirme acrósticos o pequeños versos para sus novias o prospectos a la misma, esto me ayudaba en gran medida ya que diariamente recibía invitaciones a desayunar a costa de los futuros romeos que esperaban desesperados a que terminara la torta y el refresco que me habían comprado para que después en unos pocos minutos les entregara una hoja con una serie de versos, algo cursis a mi entender en esos tiempos, pero que dichos en el momento adecuado y con la penumbra de la tarde (siempre y cuando los conquistadores tuvieran la gracia de mirar hacia otra parte que no fuera la refineria) hacia caer rendidas a las chicas deseadas, huelga decir que también me serví en ocasiones para conquistar a una que otra chica, aunque los poemas que escribía para mi provecho eran a veces extremadamente arrebatados.

Así transcurrió el bachillerato y al entrar en la carrera en la Universidad Veracruzana donde había terminado de sucumbir a los deseos familiares de ser ingeniero electrónico (vaya ambiente poco romántico entre números y calculadoras para un poeta) a costa de mi propio sueño de ser Arqueólogo, que un buen día un compañero que estaba a punto de pedirle a su novia que se casara con el que me pidió, más bien el tipo casi rogo que le escribiera un poema para este caso, para su desgracia estaba atravesando una etapa en la que las letras no me salían nada bien, los versos que antes eran fáciles ahora me parecían un calvario, la sola vista de una chica hermosa si bien aceleraba mi corazón a mil no lograba encender la llama de la inspiración que antes lograba sin mayores problemas.

-por favor, te juro que te pagare lo que quieras – me dijo Rolando mi amigo al pensar que mi negativa se debía a alguna vena agiotista dentro de mi alma.

-no es por dinero – le comente – lo que pasa es que no puedo hacer versos es que…

Un nuevo aluvión de ruegos me hicieron ver que mi amigo no se marcharía dejándome ver mi programa de televisión favorito, una serie policiaca donde los malos nunca eran atrapados y los policías se la pasaban en el bar jugando billar y cuyo nombre no recuerdo, así que le dije que se fuera tranquilo y al otro día fuera a buscarme en la tarde para que le entregara el verso.

Esa misma tarde después de ver el clásico partido de futbol americano en la tele, me senté frente a la mesa donde hacia las tareas en mi habitación, coloque frente a mí un papel color crema y una pluma de tinta negra a su lado, la tome con firmeza y la coloque cerca del papel, como la espada del guerrero presta a herir al enemigo del combate.

Pasaron un minuto, dos, tres, cinco, media hora, una hora y yo continuaba sin lanzar un solo trazo en el papel, me levante por un buen café, las sombras de la noche se adueñaron de la casa, la penumbra se hizo más profunda cuando encendí la lamparilla que iluminaba noche a noche mi mesa de trabajo, pensé que tal vez la lectura de un buen libro o un paseo me reactivarían las neuronas, pero fue inútil, la inspiración buscada no llego.

Después del paseo me rendí, no había forma, mi amigo se tendría que conformar con algún poema sacado de algún viejo libro, en cuanto entrara a la casa me pondría a buscar alguno, eso sería lo mejor, admire por un momento la luna llena que vestía el cielo de un color azulado surcado por alguna que otra nube perdida, fue entonces que escuche un ruido bastante peculiar, mire hacia un lado y …

…Mi inspiración estaba en ese lugar, la admire con la boca abierta, los ojos color miel, el pelo largo y sinuoso como las olas del mar, justamente como mi amigo me había descrito a su amada, las palabras llegaron a mi mente, los versos ansiaban salir, corrí a mi mesa de trabajo y tomando la pluma los trazos comenzaron a fluir mágicamente como si mi mano fuese guiada por las mismas musas, al cabo de cinco minutos sin haber rayado una sola palabra o cambiado algún verso, el poema estaba listo al fin, lo leí y releí varias veces, era perfecto y mencionaba la dulzura de sus ojos y el suave vaivén de sus cabellos con la brisa de la noche.

Al día siguiente en la tarde un Rolando agradecido me abrazaba casi llorando, se llevo el dulce producto de mi inspiración, en cuanto partió yo volví la vista y la mirada color miel de ella me reprochaba lo que había hecho.

-perdona – le dije encogiéndome de hombros – es por una buena causa.

Algunos días pasaron y una llamada entro en medio de un día en el que el trabajo referente a la materia de circuitos electrónicos me estaba complicando el día, aun así conteste y Rolando me agradecía todo y me invitaba como padrino de su próxima boda, la bella había caído rendida a sus pies, las lanzas hechas palabras hirieron de muerte a la fortaleza de su corazón que cayó sin más rindiéndose al invasor.

La boda fue elegante y con muchos invitados, la pareja contenta paseaba por uno y otro lado, una buena amiga me comento que la novia le había comentado que la declaración de amor eterno de el había sido tan intensa y con tanto sentimiento que ella no podía más que aceptar a alguien a quien sus ojos y su cabello provocaran una devoción tan intensa.

Ahora han pasado algunos años desde ese momento, vivo en otra ciudad pero se de buena fuente que mi amigo sigue felizmente casado con la bella que sus palabras conquistaron, mas… sin embargo…a veces me he puesto a pensar algo.

¿Qué diría ella si supiera cual fue la inspiración de ese poema?

Esa noche hace tanto tiempo al voltear hacia el lugar que había oído el ruido extraño, la vi que me miraba, dulcinea, así se llamaba la hermosa perrita Chesapeake que apenas hacia un mes había comprado, sus ojos eran de color miel dulces y serenos, sus cabellos se mecían con la brisa de la noche y de su boca el aliento de la felicidad…

Me pregunto también ¿si ella lo supiera seguirían casados por mucho más tiempo?

Claro que como buen amigo, eso jamás lo sabré.





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